En la utópica sociedad de la Nueva Civilización, el concepto de guerra ha perdido su valor y es visto como una reminiscencia del pasado, de la lejana Edad Vetusta. Desde la terrible Gran Catástrofe, no ha habido conflicto tal que lleve a una guerra. En los casi dos mil años desde entonces, la sociedad jamás ha sentido el deseo de luchar, matar, ni odiar a sus semejantes.
En esta realidad idealizada, no existe un cuerpo militar que vele por los valores de una sociedad o pueblo en concreto. Todos los habitantes tras el cataclismo han seguido los mismos patrones de conducta, los impuestos por Dibarusa y sus costumbres ancestrales. Es por eso que no versa una diferencia extrema entre ellos.
Los únicos individuos que consideran guerreros son los pertenecientes a la Orden de los Soldados, aquellos que velan por la paz, el orden mundial, y el desarrollo de la sociedad humana, tanto dentro como fuera de sus límites. Para ello, estos soldados utilizan arcos, espadas y lanzas de acero, como si de la Edad Media se tratara. Esto es debido a que las armas de fuego están prohibidas en esta época de la Historia -al igual que las máquinas con inteligencia artificial y los vehículos aéreos-, en aras de evitar otro peligro para el Planeta como el que provocó la Civilización Vetusta.
La Orden de los Soldados es una organización de importancia extrema en el mantenimiento de este equilibrado sistema. Está dividida en tres grandes tipos de soldados, que pertenecen a específicos Templos donde residen para formarse y llevar a la cabo las operaciones.
En los Templos de Fe, repartidos por las tierras de las profundidades cercanos a los enclaves humanos, se forman aquellos que se denominan Soldados de Fe. Especializados en usar la lanza de acero y el arco y enfrentarse a las bestias moradoras de La Hondonada, los seimos, el cuerpo de Fe tiene como labor velar por la seguridad de la civilización frente a la amenaza de las criaturas de la niebla, así como realizar incursiones a lo desconocido para aumentar el conocimiento del mundo en aras del desarrollo y expansión de la Nueva Civilización.
Los Templos de Concordia, situados en todos los asentamientos aéreos, menos en las dos grandes capitales del mundo, servirán como base a los numerosos Soldados de Concordia. Estos son los encargados de velar por la paz y el orden en las tierras elevadas de la civilización, tanto en las grandes ciudades aéreas como en las remotas villas de los Altos de las montañas. Especializados en el uso de la espada de acero y el escudo, más útil contra los humanos rebeldes, es el cuerpo de soldados más común, y el punto de partida de quienes deseen formar parte de la Orden.
Por último, encontramos los Templos de Honor, situados en las actuales capitales del mundo, las Ciudades Melvan y Feleras. Allí se forja la élite, los más venerados e idolatrados guerreros de la Nueva Civilización: los Soldados de Honor. Como la cúspide de la Orden, estos inigualables guerreros especializados en el manejo de la espada, se ocupan de asegurar el respeto al Código Común y al Principio de Compensación, y mantener el equilibrio en el mundo civilizado. La misión del cuerpo de Honor sera evitar perturbar la ira del Planeta controlando los actos del ser humano, y así mantener una paz sin precedentes en la historia del hombre.
No obstante, es una tarea harto laboriosa para ser ejercida por meros soldados, y hay quienes creen que existe un cuerpo desconocido y con habilidades extraordinarias, que se ocupan, con ayuda de los Soldados de Honor, de asegurar que el sistema funcione sin alteraciones de ningún tipo. Por supuesto, esto no son más que leyendas sin fundamento…